El hábito de mentir se ha generalizado de tal manera en nuestra sociedad que corremos el riesgo de minimizar su propia naturaleza. Su uso hoy día goza de los mejores soportes técnicos y propagandísticos. La mentira consciente, premeditada, es el factor fundamental de la calumnia, de la injuria, de la corrupción. Quien, ostentando el poder, la utiliza como instrumento calculado de acción colectiva, para así conseguir sus objetivos, es un corrupto.
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